El Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia (TCP) emitió una sentencia que inhabilita a Evo Morales para presentarse como candidato a la presidencia. Esta decisión judicial también se extiende, impidiéndole ser vicepresidente o presidente de las cámaras legislativas. La batalla política entre Morales y el actual presidente, Luis Arce, sigue intensificándose y ha desatado tensiones en las calles, el Congreso y el partido gobernante.
En el fallo, el TCP justificó la inhabilitación al recordar que la Constitución establece un límite de diez años para autoridades en el Poder Ejecutivo. Morales, quien estuvo en el poder entre 2006 y 2019, superó ese tiempo límite, acumulando casi 14 años en la presidencia. Este criterio busca evitar la perpetuidad de una autoridad en el cargo.
En medio de esta disputa, el expresidente había iniciado recientemente una huelga de hambre y promovido cortes de caminos en protesta, pero suspendió estas medidas sin obtener respuestas del Gobierno. A nivel legislativo, las tensiones también fueron evidentes cuando legisladores afines a Morales boicotearon el discurso de Arce en el Congreso, lanzando objetos a la mesa directiva mientras el presidente intentaba iniciar su informe de gestión anual.
Ante la situación en el Congreso, el presidente Arce se vio forzado a dar su discurso fuera del edificio, en el centro de La Paz. Esta pugna ha llevado a que Morales y Arce, exministro de Economía durante el mandato de Morales, busquen controlar el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido gobernante, de cara a las elecciones presidenciales de 2025.
Las tensiones no solo se reflejan en las calles, sino también en las finanzas de Bolivia. Arce ha declarado que los bloqueos impulsados por seguidores de Morales, que acusan al gobierno de una “persecución judicial”, han generado pérdidas millonarias para el país, afectando la economía y dejando secuelas en el plano social.
Además, Morales expresó en redes sociales su descontento con el gobierno de Arce, calificándolo como una “traición al pueblo boliviano” y mencionando que el actual gobierno se inclina hacia políticas neoliberales y represivas. Las críticas de Morales han avivado las divisiones dentro del partido y en la sociedad, lo que presagia una dura batalla electoral en el futuro.