Una emotiva historia de adopción entre adultos mayores que desafía los lazos
biológicos y celebra el vínculo familiar basado en el amor y el respeto
El amor que no conoce edad: Un hombre de 76 años adoptó a otro de 62 en Salta (iStock)
En la ciudad salteña de Orán, se dio un hecho inédito y profundamente
conmovedor: la primera adopción entre adultos mayores. Luis González, de 76
años, decidió adoptar legalmente a Pedro, un hombre de 62 años que, en el
fondo de su corazón, siempre supo que su verdadero apellido no era Ruiz, sino
González.
"Siempre supe que era su hijo, aunque no lo fuera en los papeles", confesó
Pedro emocionado tras el fallo judicial que marcó un cierre a una herida de
más de medio siglo. Pedro Ruíz, nacido en 1962 en una familia desintegrada,
fue criado por su madre, Ana López, luego de que su padre biológico
desapareciera.
A los dos años de edad, la vida de Pedro cambió cuando Luis González apareció
y lo aceptó como propio, sin preguntar ni dudar. A partir de entonces, Luis se
convirtió en la única figura paterna que Pedro conoció, aunque no compartieran
apellido.
Su historia de amor y entrega culminó en 2024, cuando decidieron formalizar lo
que el tiempo había consolidado: una familia. El proceso judicial, que fue
resuelto por la jueza Ana María Carriquiry, titular del Juzgado de Primera
Instancia en lo Civil de Personas y Familia 2 de Orán, no fue fácil.
Carriquiry confesó que nunca se imaginó recibir la solicitud de adopción de
tres adultos mayores, lo que la llevó a tomar todas las precauciones posibles
para asegurar que no hubiera intereses ocultos.
"Sentí que tenía que tomar más recaudos", explicó, haciendo referencia a las
revisiones de cuentas bancarias y bienes de los involucrados. Sin embargo, la
historia de Pedro y Luis no era una cuestión económica. No había bienes ni
pensiones en juego. El defensor público Raúl Acevedo, junto a la psicóloga
Adriana Paniagua y la asistente social Sandra Jiménez, realizaron un
exhaustivo trabajo interdisciplinario para garantizar la transparencia y
legitimidad del proceso.
“Nunca me hizo sentir que no era su hijo, al contrario, desde el primer
momento me trató con el amor y la disciplina de un padre verdadero”, relató
Pedro ante el Tribunal, quien, a pesar de su avanzada edad, decidió cambiar
legalmente su apellido. Luis González, oriundo de Salta y de carácter serio,
había dedicado su vida a trabajar en diferentes oficios y a construir un hogar
junto a Ana y Pedro, sin necesidad de buscar otros hijos. Para él, Pedro lo
era todo.
Juntos vivieron durante 38 años en un barrio consolidado de Salta, donde Pedro
creció y adoptó la carpintería como su medio de vida, un oficio que le enseñó
Luis. “Siempre estuve ahí para ellos, todo lo que soy se lo debo a mis
padres”, afirmó Pedro, quien en la actualidad también es abuelo. Durante la
audiencia final, tanto Luis como Pedro dejaron en claro sus deseos.
Luis, a sus 76 años, se sometió a rigurosos exámenes psicológicos para
certificar su capacidad de tomar decisiones conscientes y plenas. Una vez
resueltas todas las cuestiones legales, la jueza aprobó la adopción sin
objeciones. "Quería que fuera un precedente sin vicios", aseguró Carriquiry,
subrayando que este caso demuestra cómo una familia puede construirse más allá
de los lazos biológicos, basada en el amor y el respeto mutuo.
El emotivo relato no solo se trata de un proceso judicial, sino de una
historia que comenzó hace más de medio siglo en Salta, cuando Luis decidió,
sin dudarlo, ser el padre que Pedro siempre necesitó.
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