El brote histórico de casos de dengue plantea desafíos de salud pública en
Argentina y la región
El dengue, enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti, se ha
convertido en una preocupación persistente en América Latina. Argentina, junto
con Brasil y Paraguay, enfrenta un aumento sin precedentes en los casos y las
muertes relacionadas con esta enfermedad.
Con 19 de sus 24 jurisdicciones afectadas, Argentina se encuentra en el
epicentro de esta crisis de salud pública.
El dengue, una vez considerado una amenaza esporádica, ha establecido su
presencia como una infección viral endémica en la región.
Este cambio demanda una respuesta coordinada y efectiva de los Estados en
todos los niveles para controlar el vector, el mosquito Aedes aegypti. La Dra.
Ana María Putruele, jefa de la División Neumonología del Hospital de Clínicas
de la Universidad de Buenos Aires (UBA), señala que aunque el dengue no suele
causar neumonía, puede provocar secuelas graves en varios órganos, incluidos
los pulmones.
Los casos graves pueden desencadenar insuficiencia respiratoria y otras complicaciones
Una de las señales de alarma del dengue grave es la insuficiencia hepática,
que a menudo resultan mortales. En Brasil, que ha registrado cerca de 3
millones de infecciones por dengue este año, la letalidad sigue siendo una
preocupación, con un promedio del 0,03%.
Este aumento en los casos de dengue se atribuye a diversos factores, entre
ellos, el cambio climático. El cambio climático ha creado condiciones
propicias para la proliferación del mosquito Aedes aegypti en áreas donde
antes no era común.
El aumento de las temperaturas ha permitido que el dengue se presente durante
todo el año, incluso en regiones donde solía disminuir durante el invierno
debido a las bajas temperaturas. Este panorama plantea desafíos significativos
para la salud pública en América Latina.
La necesidad de estrategias de control del vector, así como de medidas
preventivas y tratamiento adecuados, es más urgente que nunca.
Además, el fortalecimiento de la vigilancia epidemiológica y la
concientización pública son fundamentales para hacer frente a esta creciente
amenaza para la salud.